Tú no eres

Tú no eres tú ni yo soy yo,
ni nadie es nadie que no desee ser.
Por esta noche al menos.
Ni la que viene, ni la siguiente.

Con un juego de máscaras, la peluca,
el colorete y la purpurina ilegal
hagamos un impasse de la realidad,
juntémonos a bailar y reír y gozar
Y beber y entremezclarnos y sudar.

Y antes de que la noche se termine,
de que la música nos deje de acompañar,
de que cada uno vuelva a su otra realidad,
acoge mis labios como un regalo
que ha llegado el Carnaval.

Oh, Carnaval

Puede febrero inquietarse en el deseo
de una saliva que arde si se contiene,
de unas manos que de fuego
nos arrastren al instante alegre
en que la música se desprende
de ritmo, forma y coherencia.

Al momento en que a nadie importe
que el absurdo se instale en los corazones
ayunos, sudorosos e impacientes;
en que los dedos se enreden con cabellos,
los cuerpos se confundan y entremezclen
y unos labios al chocar sean prodigio;
la revelación de un secreto anhelo,
del futuro disfrazado como un sueño.

Y si también es arduo el amor a veces,
hagamos que el licor nos encienda,
que allane el camino a los placeres
y dejemos irnos por un momento
entre purpurina y risa y alboroto.

Que para sufrir ya habrá tiempo.
Que todos sabemos la máscara del otro.

Momentos

Un año entero para hacer realidad nuestros sueños.
El rastro de fantasía y purpurina nos marca el camino.
En la Plaza Weyler nostalgias y recuerdos.
La primera en el Orchila y luego pabajo.
Calle el Castillo, la ruta al paraíso.
Por cuatro gotas aquí no nos espantamos.
Entre pitos y coloretes suena un pasacalles.
Viudas en cada esquina llorando por el chicharro.
¡Caperucita, qué barba más frondosa tienes!
Por San José ya no queda nada de los disfraces.
Cada kiosco inventa su propio universo.
Llegar a la plaza Candelaria el desafío del valiente.
La Noria el templo del murguero.
Las carrozas en Anaga que retrasan lo inminente.
El cielo que sorprende de papagayo
«Niña, no te vayas sin antes darme un beso»
Churros del Mercado, bocadillo La Garriga.
En el kiosco Numancia la última y pa casa.

Un año entero y aquí estamos de nuevo.
no sirven las palabras, ni los versos,
la razón de ser de los chicharreros
solo se puede describir con momentos.

La Profecía chicharrera

Se dice en Tenerife que, por Enero,
el Alisio siempre vuelve a casa;
y que cuando desciende por las cumbres de Anaga
susurra una profecía a oídos de los chicharreros:
En febrero, será en febrero cuando mueran las penas.
El pueblo debe prepararse para la buena nueva.
Debe vestirse con sus ropas de gala
Y de mil colores la carita pintada

Sigue leyendo

Dime Tú

Dime tú si las piernas no te tiemblan cuando llega la noche del viernes
mientras caminas con ellos, los amigos, los de siempre, los verdaderos,
rumbo al paraíso, o Santa Cruz, como lo llamamos los chicharreros.

Dime tú si no se te corta la respiración cuando ves a tanta gente,
a todo un pueblo, disfrazando por un rato sus penas en alegrías,
demostrando que el mejor disfraz son dos coloretes y una sonrisa.

Sigue leyendo