Sabor a Madera

Tiene tu boca un sabor a madera,
a juventud añeja reposada en la veintena,
a dulcísimo licor que en la lengua se deshace,
al placer amargo del ron y la canela.

Apenas un trago basta para disfrutar
de tu cálida compañía madurada
en una barrica hecha de anhelos
y vapores de placer que se guardan
y explotan al escanciarse en la garganta.

Y embriagados en el néctar de este sueño
nos desvanecemos por entre las sábanas
tan blancas de lino y almizclada
en un agosto de pasión y de esperanza.

Oh, Carnaval

Puede febrero inquietarse en el deseo
de una saliva que arde si se contiene,
de unas manos que de fuego
nos arrastren al instante alegre
en que la música se desprende
de ritmo, forma y coherencia.

Al momento en que a nadie importe
que el absurdo se instale en los corazones
ayunos, sudorosos e impacientes;
en que los dedos se enreden con cabellos,
los cuerpos se confundan y entremezclen
y unos labios al chocar sean prodigio;
la revelación de un secreto anhelo,
del futuro disfrazado como un sueño.

Y si también es arduo el amor a veces,
hagamos que el licor nos encienda,
que allane el camino a los placeres
y dejemos irnos por un momento
entre purpurina y risa y alboroto.

Que para sufrir ya habrá tiempo.
Que todos sabemos la máscara del otro.

Momentos

Un año entero para hacer realidad nuestros sueños.
El rastro de fantasía y purpurina nos marca el camino.
En la Plaza Weyler nostalgias y recuerdos.
La primera en el Orchila y luego pabajo.
Calle el Castillo, la ruta al paraíso.
Por cuatro gotas aquí no nos espantamos.
Entre pitos y coloretes suena un pasacalles.
Viudas en cada esquina llorando por el chicharro.
¡Caperucita, qué barba más frondosa tienes!
Por San José ya no queda nada de los disfraces.
Cada kiosco inventa su propio universo.
Llegar a la plaza Candelaria el desafío del valiente.
La Noria el templo del murguero.
Las carrozas en Anaga que retrasan lo inminente.
El cielo que sorprende de papagayo
«Niña, no te vayas sin antes darme un beso»
Churros del Mercado, bocadillo La Garriga.
En el kiosco Numancia la última y pa casa.

Un año entero y aquí estamos de nuevo.
no sirven las palabras, ni los versos,
la razón de ser de los chicharreros
solo se puede describir con momentos.