Tú no eres

Tú no eres tú ni yo soy yo,
ni nadie es nadie que no desee ser.
Por esta noche al menos.
Ni la que viene, ni la siguiente.

Con un juego de máscaras, la peluca,
el colorete y la purpurina ilegal
hagamos un impasse de la realidad,
juntémonos a bailar y reír y gozar
Y beber y entremezclarnos y sudar.

Y antes de que la noche se termine,
de que la música nos deje de acompañar,
de que cada uno vuelva a su otra realidad,
acoge mis labios como un regalo
que ha llegado el Carnaval.

Sabor a Madera

Tiene tu boca un sabor a madera,
a juventud añeja reposada en la veintena,
a dulcísimo licor que en la lengua se deshace,
al placer amargo del ron y la canela.

Apenas un trago basta para disfrutar
de tu cálida compañía madurada
en una barrica hecha de anhelos
y vapores de placer que se guardan
y explotan al escanciarse en la garganta.

Y embriagados en el néctar de este sueño
nos desvanecemos por entre las sábanas
tan blancas de lino y almizclada
en un agosto de pasión y de esperanza.

Oh, Carnaval

Puede febrero inquietarse en el deseo
de una saliva que arde si se contiene,
de unas manos que de fuego
nos arrastren al instante alegre
en que la música se desprende
de ritmo, forma y coherencia.

Al momento en que a nadie importe
que el absurdo se instale en los corazones
ayunos, sudorosos e impacientes;
en que los dedos se enreden con cabellos,
los cuerpos se confundan y entremezclen
y unos labios al chocar sean prodigio;
la revelación de un secreto anhelo,
del futuro disfrazado como un sueño.

Y si también es arduo el amor a veces,
hagamos que el licor nos encienda,
que allane el camino a los placeres
y dejemos irnos por un momento
entre purpurina y risa y alboroto.

Que para sufrir ya habrá tiempo.
Que todos sabemos la máscara del otro.

Hay un pracan que camina

Hay un pracan que camina
sobre el polvo del pasado.
Se alimenta de la pena y de la herida,
del dolor por la nostalgia del amante,
y susurra mil canciones a una luna
que es un disco de cal y agua.
Vive presa del reflejo de las olas
y la espuma nacarada de corales
que en la noche son vestigios
de un viejo naufragio imaginado.
Y cuando duerme ese pracan resucita
un recuerdo que se esparce con la brisa
de los tiempos de la juventud lejana
y un rayo de Sol que en la mañana
es el beso de su muerte dulce y cálida.

Epifanía

Desliza paciente la mirada
con la calma de quien se sabe
maestra del placer sin la nostalgia
y acaricia con sus dedos de corales
el eco de una piel ígnea y salada
haciendo suyo en el ahora ese amor que fue pasado,
pero más aún el vívido recuerdo
que se rememora en la calma de la noche:
el sudor ardiente, el lino de las sábanas
y la brisa marinera en la ventana,
mensajera de la lluvia de verano.

Y a medida que se oculta la sonrisa
y el gesto pide la caricia y ve las ganas,
se desdibuja de la mente aquel momento
para crearse, más dulce, más puro,
y su éxtasis es de un blanco inmaculado.

Ahora te toca a ti sufrir

Nos despedimos con un beso
y te dije «yo te llamo»
y ahora mientras escribo
me deleito con tu imagen
todo el día pendiente del móvil
creyendo en las madrugadas
-doloroso engaño del deseo-
que la pantalla se iluminaba
y en grande escrito mi nombre. 

Y con los días del deseo a la rabia
y de pronto el deseo del olvido
quizá a veces un recuerdo por la calle
leve flash y una mueca de desdeño
antes de seguir caminando altiva
como si nunca hubieras sentido nada.  Sigue leyendo

Definición de Amor. Segunda Acepción

Ahora solo quiero por un instante apartar
el amor que nace y se agota en un disparo de alcohol
el que idílico nace y crece en el cine y corazones
y ensalzar aquel que se daña con el tiempo
que sufre los embates de la vida los celos
los intereses contrapuestos el egoísmo el desinterés
y una cama cada vez más fría pero nunca vacía.

Un amor que se apaga un poco cada día Sigue leyendo

Réquiem por un Amor que nunca fue

Vi cómo te ibas por la puerta sin haber entrado nunca
te grité en mi cabeza e hiciste oídos sordos a mis ruegos
y quedé indefenso y solo en la cama que jamás visitaste
y recordé los besos que no me diste aquel febrero
y los abrazos felices por habernos encontrado.

Reviví la primera vez que no nos acostamos
el contacto y los escalofríos que nunca sentimos
cuando en medio de la nada no nos acariciamos
las broncas que no tuvimos por estupideces
el amor apasionado que cada noche no nos juramos
y las locuras que no cometimos por querernos demasiado. Sigue leyendo